¡Gracias! + «Underville»: final

   ¡Holo, gentecilla!

   Tenía pensado en seguir con la historia de Underville, sin embargo, primeramente, voy a dedicar esta entrada a MI PRIMERA SEGUIDORA *ovaciones*.
   Acabo de conectarme a blogger y de repente veo que tengo UNA SEGUIDORA y DOS COMENTARIOS suyos, los primeros que recibo. ¿Cómo me he quedado? Pues a cuadros EJEJEJEJEJE Porque mi blog estaba un tanto... solitario (~•.•)~
   Es normal que le quiera agradecer no haber cerrado la pestaña de mi blog :B Como agradecimiento por ser mi primera seguidora aquí os dejo, en letra bien grande para que la veáis, su blog http://theblogoflidia.blogspot.com.es/ que, por cierto, ¡es muy chachi e interesante! :D Igual que el de los Jonas Brothers: http://thejonasblogger.blogspot.com.es/

¡Muchas gracias, Lidia! <4

   Si comentáis me sacáis una sonrisa y un bailecito JAJAJAJAJAJA Por eso, ¡no dudéis en hacerlo! ♥



   Y ahora, la parte final de Underville:





   —¡Para! —Exigió Nicole—. Tengo esa extraña sensación que me dice que algo va mal. Ahí detrás hay algo que no me gusta ni un pelo.
   —No seas tan paranoica. Solo voy a echarle un vistazo.
   Miraron a tristemente a Alex, rezando por ella. Ésta, muy decidida, agarró el pomo sin vacilar pero, cuando iba a girarlo, se percató de que tenía echada la llave.
   —Vaya, está cerrada —Alex frunció el ceño y bufó—. Me he quedado con ganas de saber qué hay dentro.
   —Eso es señal de que es mejor olvidarnos de ella —intervino Megan—. Yo voto por ir a dormir, tengo sueño —bostezó, aunque en realidad lo que quería era evadir cualquier cosa que tuviera que ver con esa puerta o la iglesia. Prefería pensar en un nuevo mañana, en el que disfrutar del soleado día.
   Aún sabiendo que no pegarían ojo, sacaron sus sacos de dormir, los extendieron frente al altar y apagaron las linternas; sumergiéndose en una fría oscuridad. Al cubrirse, las chicas se sintieron protegidas y cerraron los ojos; sin embargo, a los veinte minutos seguían despiertas y con los cinco sentidos alerta.
   De repente, el sonido de los ventanales al abrirse las alarmó. Un nuevo trueno se hizo notar. Las jóvenes se incorporaron e intentaron encender las linternas, pero no funcionaban. Por el contrario, las velas rojas del altar se encendieron solas una a una y, a su vez, los marcadores paranormales empezaron a pitar al unísono. En la sala se instaló un murmullo fantasmal; parecían cantos ancestrales o lamentos. El humo que desprendían las velas formaba siluetas de personas que desaparecían al llegar al techo. Las cuatro adolescentes observaron petrificadas aquel espectáculo de vapor y olor acre sin poder explicarse cómo había ocurrido. Los murmullos cada vez eran más constantes y estridentes, como el chirrido de unas uñas rasgando una pizarra. Ellas se taparon las orejas y echaron a correr hacia el portón principal con la intención de salir al exterior; pero, éste también estaba cerrado. Inesperadamente, los bancos de madera se rompieron uno a uno imitando el crujir de unos huesos frágiles. Entonces, la puerta magullada se abrió de par en par con un soplo de viento y, segundos después, todas ellas se vieron arrastradas hacia el otro lado de la puerta por una fuerza mayor, como si alguien hubiera agarrado sus tobillos y las hubiera introducido dentro de la habitación.
   No se oía nada y a penas se podía ver algo más allá de tus pies. Aquello era completamente tenebroso. Megan, con lágrimas en los ojos, estaba sola y se sentía tristemente abandonada. Sin saber qué hacer, la angustia le hizo dar un paso, pero se chocó con algo. Con alguien, mejor dicho: Alex estaba tendida en el suelo en una posición incómoda, con los brazos doblados hacia fuera, e hiperventilaba y temblaba.
   —¡Alex, Dios santo!
   Ésta intentó ponerse en pie, pero sus piernas no le respondían. Megan, con un sudor frío en las manos, la agarró torpemente por las axilas y estiró de ella. Entonces, unas luces de neón, amarillas y rojas, se encendieron y formaron una especie de cartel extravagante: «Circo de Underville». Ellas dos no entendían cómo había aparecido, pero frente a sus rostros pálidos se alzó una carpa de circo de colores anaranjados. En un abrir y cerrar de ojos, se encontraron dentro de la carpa, inmovilizadas en una ruleta atadas con una correa en los brazos y piernas, en posición de una X.
   Una risa diabólica retumbó por el circo. De la nada, apareció un payaso que tenía una sonrisa excesivamente feliz, unos grandes dientes afilados y amarillentos, una mirada vacía y una vestimenta medio rota. En sus manos sostenía cuchillos con los que hacía malabares. Se le vía con intención de lanzarlos hacia Alex y Megan y, cuanto más tiempo pasaba, mayor deseo tenían ellas de que ese episodio se acabase, pero aquel engendro disfrutaba con cada gota de sudor, cada lágrima y cada súplica procedente de ellas dos.
   Lo último que las chicas oyeron fue la risa malvada del payaso.
   Nicole abrió los ojos y deseó no haber pisado aquel lugar en la vida. Entonces, oyó los gritos de Megan y Alex. Ella echó a correr en busca de sus amigas a pesar de que sabía que no conseguiría nada. Entonces se paralizó y puso los ojos como platos. Había alguien detrás de ella que la observaba, pues notaba una respiración erizándole el vello de la nuca. Nicole miró de reojo, respirando con dificultad, y ahogó un grito al reconocer a Megan, la cual agonizaba en silencio. Ésta tenía la boca rajada en forma de sonrisa; ensanchándose cada vez más. Las cuencas de los ojos estaban vacías y su piel, pálida y rascada, se le caía a cachos por la barbilla arrastrada por la saliva sangrienta.
   —Vamos a divertirnos, Nicole —farfulló una voz con tono escalofriantemente helado.
   A la derecha de Nicole, Alex la esperaba con los brazos abiertos.
   Se había convertido en una marioneta. Literalmente.
   De los brazos y las piernas le colgaban hilos casi transparentes con los que alguien o algo hacía mover a la joven. Sus pasos eran torpes, casi estáticos. Además, de su cabeza sobresalía el mango de un cuchillo, atravesado por la mitad de la frente.
   La risa del payaso aterrador volvió a invadir la nada.
   Nicole no supo cómo reaccionar. Éstas ya no son mis amigas, pensó, y no tuvo más remedio que huir despavorida, pero repentinamente el estómago le dio un vuelco y sufrió una sensación de mareo: si hubiera caminado un centímetro más allá, se hubiera caído por el precipicio más profundo que jamás había existido. Se encogió por el dolor y se tambaleó, intentando mantener el equilibrio. Dio media vuelta dispuesta a buscar otra vía de escape, no obstante, en un destello de luz aparecieron sus amigas junto con el payaso. Por si fuera poco, estaban acompañados por aquellas almas que habían torturado a la pobre chica durante tantos años, las cuales se movían en diferentes direcciones y envolvían a Nicole; provocándole lentamente asfixia. Ella se removía e hizo mil y un intentos por despegarse de las almas y de las manos que la agarraban a la misma vez que se esforzaba por no caerse. Finalmente, las manos emplearon la fuerza bruta y empujaron a Nicole por el precipicio. La garganta de la joven se había secado y ella tan solo podía ver un pozo sin fondo bajo sus pies. Cerró los ojos y se dejó vencer por el pánico. 
   El grito de sus tres amigas llamó la atención de Sky. Temía que ella fuese la siguiente. Se maldijo en voz baja por haber arrastrado a sus amigas con ella y se cabreaba al pensar que todo pudiera ser una broma pesada. Anduvo sin rumbo alguno por la más silenciosa y fría oscuridad hasta que, justo delante de ella, apareció un espejo de su mismo tamaño iluminado por una luz blanca que procedía de ninguna parte. Ella se observó durante varios segundos, lamentándose de las decisiones que había tomado, y se secó una lágrima amarga que estaba a punto de llegar a sus labios, pero se dio cuenta de que su reflejo no había movido la mano. En vez de eso, éste poseía una expresión desesperada y, como consecuencia, una sensación de soledad y dolor quebró a Sky. Sus pulmones le quemaban y empezó a respirar con dificultad. Su reflejo, adoptando una expresión facial neurótica, sonrió victoriosamente.
   —Te pillé —susurró éste.
   El espejo se rompió ante Sky en mil pedazos y ella, involuntariamente, se sumergió en su interior, quedándose atrapada para toda la eternidad.
   Ella misma, su mayor miedo, se la había jugado.

   No se supo nada más de ninguna de las cuatro chicas que se aventuraron a destapar la verdad de aquel extraño pueblo, Underville; no obstante, desde entonces corre una leyenda que asegura que, si prestas atención, cada 18 de Noviembre se puede escuchar, a lo lejos, los gritos de horror de las almas condenadas y, además, los lamentos de la culpa que carga Sky por la muerte de sus amigas.


Ellas no pudieron superar sus miedos más grandes, ¿dejarías que te derrotara a ti el tuyo...?


   FIIIIIIIN :)

   ¿Qué os ha parecido? ¿Era lo que os esperabais? Lo sé, la historia es un tanto extraña y puede que un pelín sangrienta... NO ME LO ECHÉIS EN CARA, ¿VALE? *me voy a llorar a una esquina* Ocno, ya paro.

   La última pregunta que podéis ver no es retórica, vamos, que podéis contestarla dejando un comentario abajo :)

   ¡Gracias y hasta la próxima! <4

Comentarios

  1. Aiii, los pelos de punta... Dios, como me asustan los payasos jajaja. Esta guay, hay con su moraleja al final y todo jajajaja
    Y... ¡guau! No me esperaba que un trocito de entrada fuese para mí jijiji. La verdad que me gusta tu blog, también es interesante :)
    También me gustó un poco tu locura (ya que es bastante parecida a la mía) jajaja, pero eso es bueno ¿no?
    Espero que ese numero de seguidores aumente y nada, muy chuli el relato y espero que pongas más :)
    Besoos!!^^

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    Respuestas
    1. Me alegra que te haya gustado! :D

      Y pensé que sería bueno agradecerte así por los comentarios y que me siguieras JEJEJEJEJE

      Tienes toda la razón, ¡¡no hay nada mejor que la locura!! Pero del tipo de la nuestra ajajaja

      Yo espero que tu blog vaya siempre tan genial como hasta ahora. Enserio, ¡es una pasada! *.*

      Muchas gracias y besos!! <3

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